Por supuesto que sí. Y es un pecado habérmelo perdido hasta hace tan poco. Pero las circunstancias se imponen y más vale tarde que nunca. Sin duda, el fin de semana en la provincia turolense mereció la pena. Un día para enamorarnos de la capital, llena de rincones peculiares, y otro día para descubrir uno de los pueblos más bonitos de España, Albarracín. Pero eso luego os lo cuento en el siguiente post.
Centro neurálgico
Como no podía ser de otra manera, arrancamos nuestra visita en la Plaza de Carlos Castel, que es más conocida realmente por la Plaza del Torico. Este nombre se debe a la estatua que la preside, culminada por un toro de pequeñas dimensiones (hay que fijarse bien para verlo, realmente). Es el punto de encuentro de turolenses y habitantes, la imagen más icónica de la ciudad.
Para mí además fue el lugar escogido para grabar el vídeo que acompaña este post (las tradiciones hay que cumplirlas, no sea que vaya a dar mala suerte) y donde encontré uno de los edificios más singulares (por su arquitectura modernista) y que más me gustó de Teruel : la Casa de El Torico.
También comimos allí en una terraza (para ser febrero nos hizo un tiempo estupendo) pero tampoco lo recuerdo como el mejor por su calidad culinaria, mereció la pena solamente por las vistas (más detalles en la sección «en 3 pasos«).
Una joya del mudéjar
Puede que esté de más decirlo, ya que Teruel es ampliamente reconocido por este tipo de arquitectura. Pero hay que llegar hasta allí y descubrir la cantidad ingente de edificios, torres e iglesias que son la delicia de cualquier estudiante de arte y que cuajan cada una de sus calles principales y callejuelas. No en vano los monumentos mudéjares de Teruel están reconocidos como Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1986.
Por quedarme con alguno de los puntos más relevantes de este recorrido por el arte mudéjar en la ciudad: la Catedral de Santa María de Mediavilla, La Escalinata y la Torre de El Salvador.
Considerada como Bien de Interés Cultural, la Catedral de Santa María de Mediavilla es conocida por su techumbre mudéjar. No la vimos más que por fuera porque no llegamos a pasar nunca cerca en horarios de visita (más detalles en la sección «en 3 pasos«). Una excusa para volver a Teruel.
La Torre de El Salvador y la Torre de San Martín (unidas por su parecido y por compartir una historia trágica de amor, ver «en 3 pasos«), son las construcciones mudéjares más tardías de Teruel. Merece la pena una visita al atardecer, para ver cómo la luz se refleja en los ocres de sus ladrillos y contemplar una espectacular puesta de sol.
La Escalinata fue concebida en un primer momento como una vía de comunicación entre la estación de tren y la parte alta de la ciudad. Desde luego, los turolenses no podían haber elegido una manera más bonita e imponente de comunicarla. Recordaré La Escalinata y el Paseo del Óvalo adyacente como dos de los rincones con más encanto de la ciudad.
Los amantes de Teruel
¿Quién no conoce la historia de amor de Isabel de Segura y Juan Diego de Marcilla, más conocidos como los amantes de Teruel? Pues he de reconocer que, a pesar de que parte de mis raíces son mañas, sólo la había oído muy superfluamente.
Dada la gran afición de los 3xelmundo a las fiestas populares, nos sonaba que el fin de semana posterior al de San Valentín se celebra en Teruel una recreación teatral de esta historia, que tiene como escenario las principales calles de la ciudad.
Nos hubiera encantado verlo, pero, dada la gran demanda, la oferta hotelera de la ciudad se queda escasa, (ver «en 3 pasos«), los precios son prohibitivos y es muy difícil encontrar alojamiento. Pero lo tenemos en el radar, igual algún año toca.
Dado que queríamos empaparnos bien de uno de los principales atractivos de la ciudad, nos dirigimos al Conjunto Amantes de Teruel y adquirimos una entrada con todo incluido, es decir, todos los recintos con visita guiada (un gran acierto, la guía fue muy simpática e hizo el recorrido muy interesante y ameno). Así entramos al Mausoleo de los Amantes y la Iglesia de San Pedro (claustro, ábside, torre mudéjar y ándito).
Además de aprender el significado y utilidad de esta última palabra, el interior de la iglesia nos maravilló especialmente (detalles prácticos de esta visita en «3 pasos«).
Y mucho más
El casco histórico de Teruel es pequeño, acogedor y en gran parte, como no podía ser de otra manera, peatonal. Más allá de sus principales atractivos turísticos merece la pena callejear sin parar, detenerse en los escaparates de las tiendas de toda la vida, tomarse algo en una terraza y hablar con los turolenses.
Siguen manteniendo esa familiaridad característica de las ciudades pequeñas, esa manera de dirigirse a los extraños como si los conocieran de siempre.
Mi recomendación para visitar Teruel es ponerse calzado cómodo y tener ganas de sorprenderse por una ciudad acogedora y tranquila. La arquitectura modernista salpica algunas de sus calles, combinándose con el predominante estilo mudéjar de los principales edificios.
Pero donde gana todo el encanto de la ciudad es en las callejuelas y en sus plazas recónditas (como la Plaza del Venerable Francés de Aranda, junto a la parte trasera de la catedral). En uno de sus laterales hay una terraza de un bar a medias entre el sol y la sombra donde no daban más que ganas de sentarse ahí. Y ver el tiempo pasar.
Viaje realizado con Flower y el Sr. Marqués en febrero de 2020.