Llegar y alojamiento
Nosotros veníamos de Chiang Mai, así que llegamos en autocar (alrededor de 3 horas, precio entre 6 y 12 euros, dependiendo de la categoría del autobús). El aeropuerto Mae Fah Luang, ubicado a unos 10 kilómetros de la ciudad, la conecta, entre otros destinos, con Bangkok, tanto al aeropuerto Don Mueang (vuelos domésticos) como al internacional de Suvarnabhumi. Como teníamos el transfer incluido en el precio del hotel, no sé deciros cuánto cuesta el trayecto.
Nos alojamos en el Nak Nakara Hotel, un cuatro estrellas en el que pagamos unos 30 euros por persona y noche (habitación estupenda y desayuno incluido mejor aún). Las instalaciones muy limpias y amplias, está ubicado en una zona residencial sin ruidos, y la piscina… qué os voy a contar, podéis verlo en este vídeo. El servicio impecable (por cierto, dejamos la ropa en lavandería y el precio fue un poco caro, pero nos dieron toda la ropa perfecta y planchada en el mismo día). Hasta tuvieron un detalle de darnos un kit de desayuno para llevarnos al aeropuerto, ya que el vuelo salía tan pronto que no estaba el comedor abierto todavía. Muy recomendable.
Moverse por Chiang Rai
Chiang Rai, en comparación con Bangkok o Chiang Mai es una ciudad pequeña, cuyos atractivos turísticos más importantes se pueden ver en un día si contratas un tuk tuk. Nosotros encontramos uno nada más poner un pie en la plaza de la torre del reloj (la dorada) y regateamos lo justo, de hecho otro de los conductores que se acercó a la negociación se alejó riéndose cuando cerramos el trato.
No teníamos ánimo para regatear más, nos costaba como unos 5 euros al cambio cada uno disponer de un conductor durante casi un día completo para llevarnos a 4 templos, uno de ellos a las afueras de la ciudad.
De hecho, de camino al templo donde está el Big Buda, el conductor del tuk tuk paró en una gasolinera y comenzó a repostar. Al finalizar, nos dijo que no tenía dinero para pagar. Lo abonamos nosotros, pero le advertimos de que se lo descontaríamos del precio final negociado. Una cosa es que regateáramos poco y otra que le pagáramos el combustible para una semana.
El resto de lo que nos movimos por la ciudad lo hicimos a pie. Las distancias son cortas y queríamos mezclarnos con la gente para cogerle el pulso a la ciudad. De hecho, desde la estación de autobuses a nuestro hotel, Google Maps nos marcó que había 1 kilómetro y medio de distancia y decidimos hacerlo andando para estirar las piernas después de más de 3 horas de viaje.
Los mercados de Chiang Rai
De lo que vimos de Chiang Rai en un día, nos llamó la atención las grandes diferencias económicas que encontramos, nos pareció ver personas con un nivel económico más elevado, a la vez que nos encontramos otras mucho más humildes. Igual al verlas juntas en el mismo escenario, el choque era más impactante.
Por ejemplo, por la mañana nos metimos en un mercado cubierto que está a mitad de camino entre las dos torres del reloj (la antigua y la moderna). Éramos los únicos extranjeros. Las condiciones higiénicas que encontraron a mí me hicieron abandonarlo apresuradamente, por el intenso olor (ese día, hay que decir también, que yo me había levantado por primera vez con el estómago revuelto en todo el viaje).
Nada que ver con los puestos callejeros que encontramos por la tarde, con frutas y verduras de todos los colores y una oferta gastronómica variada y apetecible.
Comer en Chiang Rai
En este sitio es en el que comimos, que es muy parecido al resto de locales en los que estuvimos durante todo el viaje. Se trata de restaurantes que tienen un puesto exterior de venta de comida y unas cuantas mesas dispuestas en el interior para sentarse a comer. Éste estaba abierto sobre las 5 de la tarde (hora en la que tocó comer ese día) y tenían pad thai y Chang , ricos y a buen precio, así que perfecto para nosotros. De normal un plato por persona, suficiente para comer, nos costaba entre 40 y 60 baths (1 euro- 1,5 euros).
Por la noche, teníamos la opción de los puestos callejeros de la foto o acudir al food court que había cercano a la estación. Nada que ver con los mercadillos nocturnos de Chiang Mai, pero bastante aceptable. La lástima es que esa noche sólo cenamos apresuradamente Hara y yo, el Sr. Marqués lo que más recuerda de allí son los baños, de donde casi tenemos que ir a rescatarle.
Igual probar en condiciones la gastronomía típica de Chiang Rai es una excusa para volver. Entre otras.
¿Pero qué hace esto aquí?
No hay término medio con el templo blanco (Wat Rong Khun): o te gusta mucho o te parece un despropósito mezclar lo religioso con lo pagano. Ya os adelantaba en el post que, además del edificio principal del templo, todo lo que le rodea es impactante. Aquí os dejo unos ejemplos de muestra, no quiero desvelaros todos los misterios. Hay que ir y comprobar in situ si te gustan o no. Por cierto, se recomienda ir a primera hora de la mañana para evitar aglomeraciones de turistas (aún así hay mucha gente).
Según sales de las taquillas, y antes de dirigirte a la entrada del edificio principal, te encuentras con dos estatuas que ya te advierten de lo que vas a ver después: mientras que el pedestal recrea los motivos de templo, después se convierte en una llamarada que sujeta una calavera con botella de whisky encima.
Si esperas encontrarte con esos maravillosos guerreros que protegen los templos budistas, aquí lo más parecido que encontrarás es ese robot futurista, sentado tranquilamente en un banco. Tan realista me pareció, que me puse a hablar con él a ver si me respondía.
Estilo disgresor
Y antes de decidirse a atravesar ese puente de la resurrección, la composición de las manos alzadas es, cuanto menos, inquietante.
En los alrededores del edificio blanco nos encontramos una fuente en la que hay desde figuras mitológicas a animales reales o una campana bajo una cascada. Un buda debajo de un árbol completa este conjunto acuático.
También hay, por supuesto, campanas y gong (que toqué a pesar de que no se podía, lo siento), un paseo de ofrendas, un pozo de los deseos y el singular edificio de los baños públicos, cuyo dorado resalta sobre el resto de las construcciones (ver post).
Un buda grande y coqueto
Ya os he contado en el post lo que me gustó el Big Buda Blanco. El templo que hay al lado, Wat Huay Pla Kung, merece una visita. Aunque su interior es austero, al estar ubicado sobre una colina en las afueras de la ciudad, muestra unas impresionantes vistas de todo el entorno de Chiang Rai. La entrada es gratuita.
Museo interactivo
Si el exterior de los edificios del Museo Baandam destaca por la singularidad especial de cada uno de ellos, el interior merece un comentario aparte. Desde obras de arte de Tahawan Duchanee, a objetos de decoración con los que se puede interacturar, como esos columpios de madera en los que no tardamos en subirnos Hara y yo. Todo en un entorno natural de jardines bien cuidados. La entrada cuesta 80 baths (2 euros).
Protección y seguridad
De esos sitios que te transmiten una energía especial. En este caso, a mí lo que me sugirió fue protección y seguridad. Desde sus guardianes en la puerta, hasta el resto de elementos de decoración, en tonos blancos, dorados, y evidentemente, todos los tonos de azul imaginables. La entrada es gratuita.
Post sobre Chiang Rai: https://www.3xelmundo.com/chiang-rai-blanco-negro-y-azul/