Cómo llegar, moverse y alojamiento
Según nuestra ruta de viaje, con el objetivo de aprovechar el tiempo al máximo, llegamos a Chiang Mai desde Sukhothai en autobús nocturno «VIP» (por vip se entiende que te dan una manta- que yo no pude agradecer más, por lo alto que tienen el aire acondicionado en todos los transportes- y un pequeño pic nic compuesto por un bollito y una botella de agua). El precio fue de menos de 10 euros al cambio. Al irnos, cogimos un autobús que en otras 3 horas y media nos dejó en Chiang Rai (hay bastantes horarios a elegir durante el día). El precio de este trayecto fue de unos 5 euros.
Nos alojamos en el C Boutique Hotel and Comfort. Por 40 euros la noche tuvimos una habitación triple, amplia y limpia (sin desayuno). El hotel está muy cercano a la muralla de Chiang Mai, así que pudimos ver los principales puntos de interés de la ciudad sin tener que coger ningún tipo de transporte. La recepcionista muy amable nos ayudó en todo lo que le pedimos. Un taxi desde el hotel a la estación de autobuses cuesta 300 baths (unos 6 euros) sin regatear.
No hay nada que no nos haya gustado
Dentro de las frases míticas de este viaje, una de las más repetidas fue «de lo que he visto, no hay nada que no me haya gustado». Esta frase dejamos de usarla en Chiang Mai por «dos pequeños detalles». Pero sólo en esa ciudad, luego volvimos a retomar la cantinela.
Hay dos puntos de interés turístico en la ciudad donde no permiten el paso a las mujeres: el pilar de la ciudad, ubicado en el templo Chedi Luang, debido a que «las mujeres tienen la menstruación, lo que contamina la santidad del lugar» (según el cartel de la foto), y el interior del templo Sri Suphan. Menuda bronca me cayó cuando, ante la ignorancia de que no podía entrar, me pilló un tailandés descalzándome en la puerta para hacerlo. Su cara de espanto aumentó al descubrir que Hara, que había entrado unos minutos antes que yo, estaba en el interior. Dejó de gritarme al oído «no women, no women» y se adentró rápidamente a sacarla de allí.
Nos «reconciliamos» bastante con el espiritu la ciudad en el templo Phan On. Nos gustó especialmente su jardín lleno de frases colgadas en carteles en los árboles, llenas de buenos deseos y enseñanzas, que fuimos leyendo una a una (después de haber tocado, por supuesto, todas las campanas y el gong del templo). Por cierto, de todas ellas, la que vimos en este árbol no sabíamos lo premonitoria que podría ser en estos días: «el despertar de la conciencia nos guiará para superar la crisis». Ahí lo dejo.
Con el pueblo llano
Visitar los templos de Chiang Mai es imprescindible, pero lo es también dar un paseo por sus calles para ver cómo es el devenir de la vida cotidiana de sus habitantes. Al menos para nosotros. Así, descubrimos una ciudad tranquila, en las que seguimos viendo algunas de las señas de identidad del país: la mezcla de lo religioso con lo pagano, como muestra la ubicación de ese altar en la estación de policía, esos cables arrollados que veíamos por todas partes y que no nos atrevíamos ni a rozar cuando paseábamos por miedo a electrocutarnos, y una vida sencilla de sus habitantes, sin grandes estridencias.
Por supuesto, para conocer a fondo una ciudad, los 3xelmundo también somos de la opinión que hay que ver cuál es su vida nocturna, ya que dice mucho de la idiosincrasia de sus habitantes.
Y vida nocturna tiene para de largo Chiang Mai, sobre todo en lo que se refiere a sus mercadillos nocturnos. El más conocido es el Chaing Mai Night Bazaar, pero nosotros optamos por quedarnos en el que ponían en la calle Wua Lai y alrededores. Compramos todo tipo de souvenirs sin regatear en algunos casos (dado lo ínfimo de su precio nos llegó a parecer inmoral hacerlo), cenamos en los puestos de su food court en plan «tapas»- una especie de pinchos morunos y de torreznos- y nos quedamos escuchando, cantando y bailando al ritmo de un músico callejero que tocaba-bastante bien- esa noche allí (por cierto, los crepes con Nutella del puesto que se ven detrás del cantante, para quitar el sentido).
Vamos a ver campo
Dado el entorno natural de la ciudad, Chiang Mai está plagado de agencias de viaje que ofrecen todo tipo de excursiones, desde las más tranquilas hasta otras con distintos deportes de aventura (obviamente, yo aposté por la primera opción, que fue aprobada por mis compañeros de viaje). Lo que sí rechazamos desde el primer momento los tres por nuestro código ético personal fue visitar ningún poblado que tuviera «mujeres jirafa» ni ninguna actividad con elefantes.
Así que, entre la multitud de oferta, nos decantamos por la excursión al Parque Nacional de Doi Inthanon de Travel Hub. Por unos 30 euros tuvimos traslado de ida y vuelta hasta el hotel, visita guiada en inglés y comida. La excursión dura desde las 8 de la mañana (dependiendo de cuando te recojan) hasta las 5 de la tarde, aproximadamente.
La excursión estuvo bien, la guía fue estupenda y todo perfecto y en hora. Eso sí, yo hay un punto que me tocó especialmente, al ver las condiciones en las que vive el pueblo karen. Sin entrar en debates filosóficos sobre la felicidad de la vida y su relación con los bienes materiales, y, a pesar de la insistencia de la guía en decirnos cómo el rey había hecho un plan económico para mejorar la calidad de vida de los habitantes de la zona, yo no terminé de verlo claro. ¿Dónde está el límite entre la pobreza y la sencillez? Y vivir así, rodeados de turistas, que nos paseábamos por las puertas de sus casas, a cambio de unos baths que nos gastamos allí en comprar unos souvenirs o tomarnos un café…
Salvando las distancias, me recordó un poco a la sensación que tuve cuando estuve en la calle Soi Cowboy de Bangkok: para opinar de algo hay que saber, verlo o vivirlo, aunque en algunos casos no pueda seguir diciendo la mejor frase del viaje «no hay nada de lo que hemos visto que no me haya gustado».
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