Así con mayúsculas. Según pusimos un pie allí, Koh Tao perdió su nombre y Hara, el Sr. Marqués y yo empezamos de manera coordinada, inmediata y sin haberlo decidido previamente, a llamarle La Isla. Parecía como si el viaje a Tailandia hubiera acabado, y nos encontráramos en otro país. O en el fin del mundo. […]
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