Pues sí. Las expresiones «¡qué bonito!» o «es un pueblo con encanto» son las que acompañan normalmente al nombre de Albarracín. Y a pesar de estar a unas dos horas escasas de mi pueblo y todos los comienzos de verano planear una excursión allí, al final nunca se daba la ocasión. Ese fin de semana estábamos en Teruel, así que ya no había motivo para perdérselo. Ni queríamos tenerlo, claro está.
La casa azul
Aparcamos en la parte baja del pueblo (todos los detalles de cómo llegar en la sección «en 3 pasos») y empezamos a subir la primera cuesta del día. A mitad de camino hacia la Plaza Mayor, hicimos una parada para respirar y contemplar una casa que nos resultó totalmente diferente a la arquitectura predominante por el intenso color azul de su fachada.
Más tarde, la guía de la visita guiada (muy recomendable, por cierto, los datos en «en 3 pasos«) nos explicó que se trataba de la Casa de los Navarro Arzuriaga, más conocida como la Casa Azul por razones evidentes. Sus muros acogen una leyenda de una historia de amor que fue la que dio lugar a que distinguiera por esa tonalidad. En la actualidad, es una de las edificaciones más singulares de Albarracín.
Punto de encuentro
La Casa Azul tiene su propia leyenda, pero si cada rincón de la Plaza Mayor hablara, tendría para contar historias durante horas. Todos los acontecimientos importantes de la historia de Albarracín han tenido como escenario principal o secundario esta plaza porticada, que en la actualidad alberga el Ayuntamiento, coronado por una torre que contiene un reloj, una campana y una veleta. ¿Alguien da más?
A las calles
Pues una vez que salimos de la Plaza Mayor, a partir de ahí todo consiste en callejear y perderse por sus cuestas empinadas y empedradas, contemplar las casas de adobe, afortunadamente en la mayoría de los casos cuidadas y restauradas.
Una de las imágenes más icónicas de Albarracín es la Casa de la Julianeta, por ser una de las más representativas de la localidad: está inclinada, tiene vigas y aleros de madera y está custodiada por otras de similares características, en las que destacan los enrejados de sus balcones y ventanas.
El recorrido del tour incluye la visita al interior de una casona noble, para poder ver de primera mano cómo vivían sus habitantes en el siglo XIX (todos los detalles en la sección «en 3 pasos«).
Vistas panorámicas
Dada su estructura urbanística, con subidas y bajadas por doquier, es posible obtener vistas panorámicas de Albarracín desde distintos puntos: desde la Casa Azul (foto de portada de este blog), desde la Plaza Mayor o desde la Catedral de San Salvador, para observar sus murallas y los restos de su castillo.
En el momento que fuimos no se podía visitar el interior de ninguno de estos monumentos, así que tuvimos que conformarnos con verlos desde el exterior. Tampoco es que fuera mala opción.
Un viaje en el tiempo
Perderse por las calles de Albarracín es, sin duda, un viaje a la edad media. Si encuentras un recodo en el que en ese momento no pase nadie (nunca me quejaré de los turistas cuando yo soy una de ellos) puedes pararte a escuchar cómo el canto de los pájaros es lo único que rompe el silencio de este pueblo imponente y milenario.
Albarracín es una localidad que ha conseguido mantener su idosincrasia y su peculiar estilo arquitectónico. Un lugar para perderse y alejarse del mundanal ruido.
Viaje realizado en febrero de 2020 con Flower y el Sr. Marqués.